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La cercanía ideológica entre el primer ministro húngaro, Viktor Orban, y el presidente estadounidense, Donald Trump, ha vuelto a cristalizar este lunes en el Parlamento magiar con la aprobación de una enmienda constitucional que restringe los derechos de las comunidades LGTBI. Siguiendo la cruzada contra la diversidad de Trump, Hungría solo reconocerá, como ahora Estados Unidos, los géneros masculino y femenino. La enmienda declara que el sexo de una persona al nacer es una característica biológica y reitera por ende la prohibición de la adopción entre personas del mismo sexo al establecer que la madre es una mujer y el padre es un hombre.
La norma, además, da apoyo legal a una ley aprobada rápidamente en marzo que convirtió en delito celebrar o asistir a eventos que violen la polémica legislación de "protección infantil" del país, que prohíbe la "representación o promoción" de la homosexualidad a menores de 18 años. Por esa regla de tres, el Día del Orgullo Gay ha sido prohibido.
Esa ley también permite a las autoridades utilizar herramientas de reconocimiento facial para identificar a personas que asisten a eventos prohibidos, como el Orgullo de Budapest, y puede imponer multas de hasta 200.000 florines húngaros (unos 500 euros) a los infractores.
La reforma, aprobada por 140 votos en un Parlamento de 199 escaños, ignora pues la existencia de individuos intersexuales, que nacen con características sexuales atípicas y no se alinean con las concepciones binarias de masculino y femenino. La agencia de derechos humanos de la ONU sostiene que hasta el 1,7% de la población mundial nace con rasgos intersexuales.
La aprobación de esta enmienda era una crónica anunciada, pese a las múltiples manifestaciones en contra que se han celebrado estos días en Budapest y las denuncias de grupos de derechos humanos. El partido de Orban, el Fidesz, ya había dado pasos en esa dirección y cuenta en el Parlamento con la mayoría de dos tercios necesaria para modificar la Constitución.
Orban, como en su momento intentó el partido Ley y Justicia (PIS) en Polonia, y como ha hecho el presidente Vladimir Putin en Rusia y ahora Trump en Estados Unidos, ha insistido en que su objetivo es proteger la familia tradicional y, muy particularmente, a los niños de la confusión que promueve la poderosa industria que se ha generado en torno al género. Y además aportan datos. El aparato de Fidesz considera que tras la cultura LGTBI se esconden intereses farmacéuticos millonarios, pues millonarias son las facturaciones de las firmas que producen medicamentos para la transición de sexo, y cientos de organizaciones utilizan este discurso de género para corromper sociedades y debilitar gobiernos.
Los ejemplos que circulan en la prensa húngara van con nombre y apellido. Por ejemplo, Mackenzie Scott, ex mujer del fundador de Amazon, Jeff Bezos. En julio de 2020, distribuyó un total de 1.700 millones de dólares a 116 organizaciones, de los cuales 46 millones fueron para organizaciones LGTBI. En 2021, distribuyó otros 2.740 millones de dólares a 286 organizaciones, entre ellas OutRight Action International, una consultora que promueve cuestiones LGTBI a nivel mundial. Y luego está Arcus, fundación con ramas en Albania, Alemania, Australia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Croacia, El Salvador, España, Estados Unidos, Francia, Israel, Italia, Japón, Montenegro, México, Noruega, Nueva Zelanda, Reino Unido, Uruguay, la Unión Europea y hasta en la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
"La lista de organizaciones apoyadas por Arcus que abogan por cuestiones LGTBI es desalentadora", sostienen los partidarios de esta cruzada. Además de la fundación Arcus, en Hungría señalan también a la Fundación Astraea por sus supuestas campañas para desacreditar y desprestigiar a quienes se oponen a la ideología de género. Les acusan de etiquetar a cualquiera que discrepe del movimiento trans como iracundo, intolerante y religiosamente conservador. Esta campaña también está dirigida por la Fundación Arcus, y entre sus socios se encuentran la Fundación Baring en el Reino Unido, Dreilinden GmbH en Alemania e, irónicamente, The Global Fund for Women.
Sus programas promueven la ideología de género apoyando a diversos grupos religiosos, clubes deportivos, organizaciones culturales, formaciones policiales y programas educativos en escuelas primarias y secundarias. Entre ellas se encuentra la American Psychological Foundation (APF), organización psicológica líder en Estados Unidos, a la que Arcus ayuda a elaborar directrices y prácticas psicológicas transafirmativas.
Y por supuesto está el enemigo principal de Orban, la Fundación Open Society de George Soros como fuerza impulsora de la ideología transgénero y para la normalización de niños transgénero. En 2013, el veterano de Soros Adrian Coman fue nombrado director del programa internacional de derechos humanos de la Fundación Arcus. Coman había sido anteriormente director de programas de la Comisión Internacional de Derechos Humanos de Gays y Lesbianas. En 2015, Arcus colaboró estrechamente con los programas transgénero de la Fundación NoVo y los financió. NoVo fue fundada por Peter Buffett, hijo del multimillonario Warren Buffett.
Es por eso por lo que esta enmienda, la decimoquinta enmienda a la Constitución húngara desde que fue redactada y aprobada por la coalición gobernante Fidesz-KDNP en 2011, también tenga como objetivo fortalecer la posición de Orban en la lucha contra lo que él llama intentos de las potencias extranjeras de influir en la política húngara.
Orban y el Fidesz han dicho que su objetivo es proteger a los niños de lo que ellos llaman "propaganda sexual", pero los analistas apuntan a las próximas elecciones, argumentando que el Gobierno, que busca movilizar a su base conservadora, está convirtiendo a la minoría LGTBI+ del país en un chivo expiatorio.